
Recuerdo descubrir a Jan Pienkowski por puro azar. Siempre me interesó la pintura e ilustración desde todas las vertientes posibles e imaginables.
Inundo mis anotaciones con nombres imposibles de artistas, ilustradores, pintores de otras épocas, otros contemporáneos…pero siempre con el mismo misterio fascinante e incomprensible que te atrapa al contemplar una obra magnífica.
El azar es ese fantasma invisible que te deriva a paraderos perdidos, lugares, encuentros, miradas, casualidades…el azar es inherente a la vida, al simple hecho de existir y al devenir de los días, de los años, de búsquedas y desencuentros.
La retina se posa en algún atisbo de nuestra propia psique, de nuestros sueños más insondables, del trazo ultravioleta que te transporta al imaginario de los sueños despiertos.
Como si se tratara de un teatro de sombras, me ví ante un escenario lírico y evocador que traspasaba a mis ojos y a mi fantasía, y el asombro hacia tantas historias y cuentos que de súbito me venían a la cabeza.
Pienkowski esboza, ilustra y alude a relatos mágicos y maravillosos, infancias con aventuras, emociones, imaginación onírica e ilusoria que te envuelve y trasporta.
Sus misteriosas filigranas mágicas son resplandor, melancolía, alegría y de una belleza indescriptible.
Quizás alguna de esas sombras que ante mi se antojaban como un teatro de títeres japonés se acercaban sigilosamente como un elegante fantasma de góticas alegorías.
Fue el azar que, tras interesarme por la obra de la novelista inglesa Joan Aiken y su increíble legado en la literatura LIJ, irrermediablemente me condujo al ilustrador y escritor polaco Jan Pienkowski. Juntos produjeron cuatro colecciones excepcionales de historias, una de las cuales El Reino Submarino ganó la medalla Kate Greenaway. Otro libro de cuentos de fantasmas muy siniestro A Foot in the Grave tenía historias escritas por Joan para acompañar
un serie de ilustraciones más que inquietantes del ilustrador.
Joan Aiken escribió historias y Jan las ilustró con la imaginación más asombrosa, agregando detalles y peculiaridades a los personajes que encajaban en sus mundos imaginarios.
Esta imagen pertenece a Tale of a One Way Street.

En una colección de cuentos para dormir basado en canciones infantiles llamado Past eight
O’Clock, Jan creó estampados de bloques de colores más simples y atrevidos.
Encantadoras historias relacionadas con la vigilia, los sueños y la noche, donde alrededor de cada cuento se entreteje el tema de una canción de cuna o una canción familiar. También hay muchos personajes memorables: cuervos serviciales, un kelpie malicioso, Gladiolus el gato invisible y una niña que sueña con su futuro hermano.
Una colección muy especial de historias de buenas noches, que combinan la vida real, magia y la fantasía, todas de Joan Aiken.
La mirada ultravioleta y mágica para este mundo extramadamente tecnócrata y digitalizado y que de vez en cuando, la vida nos ofrece descubriendo talentos inagotables de pura belleza.
La mirada ultravioleta que el poder de la palabra envuelve de colores de terciopelo.

En España, ambos artistas han permanecido bastante desconocidos durante años aunque
se han editado muchos de los libros de la autora inglesa al castellano.
Joan Aiken publicó más de 100 libros a lo largo de su carrera, la mayoría novelas infantiles, ficción sobrenatural y cuentos de género de suspense. Escribió su primera novela a los 15 años.
Joan Aiken y Jan Pienkowski formaron una simbiosis más que interesante. Juntos
combinaban una clarividencia innata hacia los sentimientos de los más pequeños, de sus sueños y temores, y al mismo tiempo de sus ansias de ver el mundo de otra manera, a través de los trazos de colores en una ilustración o del cuento donde la irrealidad envuelve todo el mundo de un niño.
La mirada ultravioleta se torna mágica, con algo de purpúrea brujería. Los párrafos góticos y llenos de misterio de Joan Aiken llaman a tu puerta para recordarte que sólo la imaginación podrá salvarnos.
Joan y Jan…puro y maravilloso azar.


Detalle de cuatro ejemplares que se editaron juntos
Finalizo con un homenaje a la fábula, a la palabra, al deleite de narración oral. Toda una osadía en tiempos modernos.
Escribir, ilustrar, interpretar, o crear una bella melodía en un instrumento; capacidades extraodinarias que el ser humano desarrolla y alcanza el extremo más sublime, necesidades imprescindibles para tratar y conocer el mundo, a los demás y a nosotros mismos.
Necesitamos comprendernos emocional e intelectualmente desde las innumerables perspectivas posibles , de contarnos y de leernos, de observarnos y sonreir hacia muchos horizontes.
La literatura infantil y juvenil nos tiende esa mano inquietante y siempre afable que nos invita a soñar.
BEATRÍZ.

Para finalizar un tesoro…una brizna de pasión por cada segundo de infinito deseo por la vida.
